CUENTOS / NARRACIONES


Titulo: Mi caracol gana la carrera de los 100 metros lisos.
Autor: Mario García
Un día normal como hoy me encontré un caracol en el campo de mis titos .
Yo no suelo llevarme bichos a casa, pero a este caracol enseguida le encontré algo especial, algo que no tenían los otros caracoles. Este caracol era mucho más rápido, es más, hasta parecía que el diseño de su concha era un pelín aerodinámico.
Al día siguiente decidí llevármelo al colegio y enseñárselo a mis amigos, ¡era impresionante la velocidad que alcanzaba este pequeño animal! Algunos profesores del centro me dijeron que lo llevara a concursar al mundial de velocidad de caracoles que se celebraba este viernes en Madrid.
Después de comentarlo cierto tiempo con mis padres, decidimos llevarlo al campeonato. Pero antes tuvimos que ponerle un nombre; enseguida a mi madre se le ocurrió uno que nos gustó a todos: ”Brunete el mas rapidete”
Llegamos tarde a Madrid ya que había mucha cola en la autovía; rápidamente cogimos las maletas y las dejamos en el hotel. Después de que Brunete, mi caracol, diese unas vueltas de calentamiento empezó la carrera.
Decenas de caracoles corrían hacia la meta , por delante de todos ellos estaba mi caracol Brunete al que se le notaba una cara de fatiga tremenda. Brunete traspasó la meta exhausto, se tiró al suelo y empezó a gritar. Brunete se quedó unos segundos en el suelo y finalmente murió de un infarto. Sin embargo consiguió lo que más quería en el mundo que era ganar la carrera. Y así todo el mundo le recordó como:
              “Brunete, más rápido que un cohete”


 - - - - - - x x x O O O x x x - - - - - - 

Yo tengo una perrita que es blanca y muy bonita. Mi perrita se llama Luna. Ayer la saqué a pasear, le encanta. Luna se para a conocer a todos los perros que ve, pero ayer fue distinto. Se paró más tiempo, incluso pude hablar con el dueño del perro con el que se paró, y le dije:
-Tu perro...¿es un Bichón Maltés? La mía es de esa raza.
El me dijo:
-Sí. Es raro, mi perro suele preferir correr antes que pararse a conocer a alguien. Yo me llamo Mateo y mi perro se llama Juguetón.
Yo le dije:
-Yo me llamo Clara y mi perra se llama Luna.
Nos despedimos. Cuando llegué a casa Luna estaba muy triste, y le dije:
-Tranquila, mañana ya darás otro paseo.
Hoy la saque por la mañana para que le diera el fresco viento de una mañana de verano, pero seguía triste. Entonces decidí que caminaríamos un poco más. Cuando de pronto apareció Juguetón y dejó de estar triste.
Entonces Mateo me dijo:
-Juguetón estuvo triste hasta que se encontró de nuevo con Luna, es muy raro.
Yo le dije:
- Yo también creo que es muy raro, a Luna le pasó lo mismo.
Después de un rato pensando le dije a Mateo:
-Creo que ya se que es lo que pasa, que Juguetón y Luna se gustan.
Mateo me dijo:
-Creo que sí. Clara ¿te doy mi dirección?
Yo le dije:
-Vale.
Cuando me la dio me dijo:
-Yo vivo en el campo, te he dado la dirección para que nuestros perros se puedan ver y se diviertan corriendo por la hierba.
A partir de entonces nos vamos a la casa de Mateo cada dos días.
Pasado un año Juguetón y Luna tuvieron cachorros y yo...un buen amigo.

Zaira Llaneza Fernández

LOS PLANETAS SE VAN DE VIAJE, por Elena Delgado Velasco

La Tierra soltó un suspiro y dijo:
   -¡Jo que aburrimiento! ¡estoy cansada de estar girando alrededor del Sol!
   -Exclamó la Tierra.
   -¬!Pues dímelo a mi¡ están todos los asteroides chocándose contra mí! ¡Qué morro tiene Júpiter!, está compuesto por gases- dijo Marte.
   -Pues nosotros estamos acalorados aquí tan cerca del Sol-. Dijeron Mercurio y Venus.
   -¡Hum! ¡Ya está! ¿Y si nos vamos todos nosotros a una excursión? Por el otro lado.
    ¿Qué me decís?
   -Vale, ¿pero qué le diremos al presumido Sol?- Dijo Marte.
   -Ya sé, haremos copias holográficas nuestras y las pondremos en nuestros sitios- Dijo    Venus.
   ¡Sí!- Gritaron todos a Mercurio.
   -¡ Bajad la voz! ¿Queréis que el Sol se entere de nuestra escapada?
   -No- dijeron a la vez.
   -¡ Nos vamos de viaje!- Exclamó la Tierra.
   Júpiter se quedó pensando, no deberían irse, aquí fuera hace mucho frío, y aunque lleven cubre-planetas de lana, lo pasarán mal. Además por ahí está muy oscuro, se pueden perder aunque la Luna tenga mucho sentido de la orientación, se arrepentirán.
   Salieron muy rápido de allí, vieron que las copias iban bien y se fueron.
Al poco rato, empezaron a sentir mucho frío, no podían hacer una fogata, porque no llegaba el calor, estaba oscuro, pero no pudieron encender las linternas.
   Entonces se miraron, y rápidamente volvieron a sus órbitas.
Porque se dieron cuenta de que su sitio estaba allí, girando en torno a la gran Estrella, protegidos por su luz y calor.
                                               FIN



UN MARCIANO EN MIGUELTURRA, por Marina Rey 
Erase una vez unos niños que estaban dando clase; de repente suena la sirena de incendios, toda la clase sale corriendo, y un chico llamado Jaime, de tan rápido que salió se cayó por las escaleras rodando.
 Al rato, salieron fuera de colegio y vieron algo parecido a una nave espacial  que se había chocado contra la clase de 3º, para subir a la nave había que escalar por un rampa, con eso tuvieron problemas, porque un chico llamado Israel, que al subir se cayó, arrastrando a Lidia y Mario Mora.
 De repente la nave se levanto así que cayeron al vacío, los demás entraron, se encontraron a un marciano vestido de cocinero y preparando espaguetis, el marciano al verlos pulsó el botón de alarma que avisaba de la presencia de humanos; los chicos se escondieron en un armario muy raro y Silvia cayó al vacío al pulsar un botón rojo, también había un botón que habría una puerta de donde salía un paracaídas, un niño se lo puso y los demás se subieron en la tela del paracaídas pero Andrea Ramos llevaba en la ropa un alfiler que lo pinchó, aterrizando en el tejado del colegio.
La nave bajó y de ella salió el marciano y les pregunto porqué le molestaban, los niños les respondieron que su nave había aterrizado en Miguelturra así que el marciano se lamentó e hicieron las paces. 








LOS BOSQUES Y EL RESPETO A LA BIODIVERSIDAD
Érase una vez un hombre que se llamaba Josh Shakleton. Josh era un talador de árboles. A Josh le encantaba talar árboles; cada árbol que talaba era como una fiesta para él.
Josh taló tantos árboles que los animales se tuvieron que marchar al bosque del Norte de Irlanda.
Allí esperaban a que el bosque se repusiera y dejaran de talar árboles.
Josh no se daba cuenta que estaba espantando la gran biodiversidad que había en el bosque, Josh seguía y seguía  talando árboles.
Al terminar su faena, un día de 1982 Josh se dio cuenta de que estaba haciendo daño a la humanidad, al mundo y a los animales. Cada paseo que daba por el bosque se quedaba más triste.
Un día vio a un conejito perdido y solitario y le preguntó:
-¿Y tus padres?
Y el conejito le dijo:
-Se fueron por la tala de los árboles.
A Josh le latió rápidamente el corazón.
A Josh se le ocurrió una gran idea: iría preguntando que si había voluntarios para plantar los árboles. Los voluntarios (que eran más de 100) se pusieron manos a la obra, y entre todos consiguieron plantar toda la parte del bosque que faltaba, pero para ello trabajaron duro durante 5 meses.
Josh prometió no volver a talar nunca más un árbol y a partir de entonces crecieron un montón de plantas y llegaron un montón de animales.
Josh empezó a trabajar como guarda-bosques.